La Biopsia, es palabra de Dios

Luego que la ciencia se separara de la espiritualidad y se convirtiera en atea, a partir de una Bula Papal (les confirmo, no fue Descartes) nuestro pensamiento religioso, que nos constituye, hubo que ubicarlo en algún lugar y fue a caer en manos de los médicos, así su palabra se convirtió en Sagrada. Le debo esta conclusión a mi querido Dr. Roberto Crottogini quien lo refirió hace ya años y quedó plasmado en mi consciencia como una advertencia personal.

Fuimos evolucionando como niños que depositamos nuestro crecimiento en manos de aquellos que consideramos autoridad, entonces no son ellos, somos nosotros que delegamos nuestra responsabilidad. Me siento parte de esta evolución y no reclamo semejante designio como simple víctima de los otros y creo que la evolución de la humanidad está inscripta sincrónicamente en mí, me determina y yo a la vez la determino con mi propia evolución. Considero que a partir de mi cambio de consciencia puedo ayudar a la evolución de la humanidad toda, porque somos parte determinante de la Unidad.

A medida que fuimos creciendo como seres pensantes y a hacernos cargo de algunas decisiones, comprobé que comenzó a ponerse en duda la creencia que el médico tiene la solución apropiada y emprendimos el camino de consultar diferentes opiniones. La práctica clínica evidencia que, una vez otorgado el resultado de la Biopsia, se lleva a varios especialistas para consultar las diferentes opiniones y sobre el protocolo más eficiente frente a la diversidad que hay en el presente. De esta manera, la opinión sacra del médico sobre el accionar según la biopsia, se convirtió en una opinión a escuchar.

En el caso mío, cuando voy al médico no le pregunto qué tengo que hacer, le digo que vengo a escuchar su opinión para luego decidir qué hacer. Ya esta consigna con la que me presento créanme, marca una diferencia abismal generando un trato simétrico entre el profesional y yo.

Ahora, mirando hacia la evolución futura, les planteo un punto de reflexión que representa un nuevo escalón en nuestra transformación. Una vez obtenido el resultado de la biopsia, consultamos con varios especialistas, pero mi duda existencial actual al respecto es, ¿por qué se pone tanta certeza ciega al resultado de la biopsia? Ahora ya no depositamos en los especialistas el pensamiento religioso y tuvo que recaer en algo o alguien: la Biopsia es ahora la representante terrenal de la palabra divina.

A lo  largo de estos años, acompañando pacientes diagnosticados de cáncer, pude observar un inmenso cambio en la responsabilidad del paciente frente a las decisiones a tomar sobre el tratamiento adecuado. Cada tratamiento que elige sólo me refiere a su creencia o fe ciega sobre cuál es el que lo va a curar. Pero, me llama la atención que nadie cuestiona La Biopsia que no es más que un resultado incierto que depende de diversos factores… y me pregunto, ¿no se pone en duda?

Conozco sólo tres personas que evitaron cirugías mayores haciendo uso de la posibilidad de consultar más de un laboratorio para el resultado de la Bendita Biopsia, una de ella soy yo que evité de esta manera que me vaciaran sin razón alguna, sólo porque el análisis subjetivo de un laboratorio “reconocido” se había convertido para el médico que me atendía en la Palabra Mayor e Indiscutible.

Cuando a algunos pacientes, claro no a todos, los presento el interrogante se quedan mirando con los ojos abiertos cual emoticón, pero sólo quiero generar una pregunta porque crecemos a través del interrogante que nos abre a escuchar diferentes criterios para salir de la creencia basada en la fe que siempre moviliza nuestras actitudes. Creemos y tenemos fe en nuestras opiniones ¡más allá que nos consideremos seres pensantes! Cuánta soberbia de nuestro ego que sólo se rige por nuestra gloriosa corteza cerebral que parece tener todas las respuestas adecuadas y… creemos en ella.

Los invito a reflexionar en sus creencias, en los actos de fe que movilizan sus acciones y en re pensar que La Biopsia no es el resultado de una ciencia exacta si no que depende de la calidad del producto utilizado, los parámetros indicados para cada país e indefectiblemente de la subjetividad del observador y por qué no, también de su bolsillo.

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