Julieta

¿Cómo conocí a Irene? Lo más fácil sería decir que a los 38 años y sin tener el menor síntoma, me dijeron de la nada”mañana te tenes que hacer una operación a corazón abierto y fíjate como vas a lidiar con eso”. Es decir, le dijeron eso a alguien que trabajaba doce horas al día, entrenaba todos los días, dormía 5 horas y se sentía bastante infalible ante todo. Pero les mentiría si les dijera que el miedo a la operación me llevo a conocerla. Suelo ser alguien practico (o inconsciente) ok, me tengo que operar, decime cuando y como es la mejor forma de hacer esa operación como para seguir haciendo mi vida.

El miedo a la operación, a una cicatriz en medio del pecho, no era el problema (del todo) . El problema era como había llegado ahí y por que.

Siempre creí poder controlar y conocer todo de mi. Recomendaba a la gente ir al psicólogo, pero para mi no era eso. Yo me conocía, yo era sincera conmigo, no necesitaba contarle mis cosas a alguien. Era buena escuchando. Hablar? No era tan necesario. Yo era autosuficiente.

En el mientras tanto me fueron pasando cosas en el cuerpo. Un hipotiroidismo que supere con el tiempo pero que se dio en medio de una situación amorosa que me marcó siempre.

Luego fallece mi papá, se va mi hermana, yo me hago cargo de muchas cosas, el trabajo que se convierte en algo que abarca mi vida y la excusa para no hacer otras cosas… celiaquia.

Y los últimos años, vivía llevando mi cuerpo y mente al máximo, preocupándome y haciendome “mala sangre” (esta expresión la estamos erradicando con Irene) todo el tiempo, no descansaba, no disfrutaba, no tenía un deseo. Es como que no era consciente de mi vida. Solo pasaba y mi foco y prioridad era el trabajo para no ver todo lo que me estaba perdiendo alrededor. Pero mi cuerpo que siempre se expresaba más que mi cabeza, me dio un msj bien claro. Esa cardiopatía congénita que todo el mundo se opera a los 60 como temprano, a mi me toco a los 38. Cada organismo es un mundo, decía mi cirujano. Es rarísimo que vos no tengas síntomas. Tu corazón se adapto.

Ahí no me pude hacer más la tonta. Mi miedo no era la operación. Ahí la suerte está echada. El tema era que mi cuerpo exteriorizaba todo lo que mi ser no hacía. Y el tema era que iba a hacer yo para sanar mi cabeza, mi ser.

Y ahí la conocí a Irene. Apenas fui una vez Antes de la operación. Pedí el turno y luego me dijeron que me operaban la semana siguiente. Lo primero que me contó es que ella nunca atendía pacientes con problemas de corazón pero hizo la excepción y creo que entendió en ese primer encuentro que el corazón era una consecuencia de todo lo que había para resolver en mi cabeza. Ahí estaba todo lo bueno y todo lo malo que me había hecho llegar hasta ese lugar.

Lo primero que me transmitió, fue tranquilidad, seguridad de que las cosas se cambian de a poco. Que se puede pero que es una decisión de cada día. Y quisiera contarles un encuentro. Pero fueron muchos. Y más con alguien como yo que le cuesta hablar de sí mismo. Tuvo que hacer un trabajo fino, sin presionarme salvo cuando sabía que podía, hablar de trivialidades cuando yo tenía días de hacerme la boba y hablar de otros. Me ayudo a sacarme miedos, culpas y más culpas, y mil sentimientos que lleve toda mi vida conmigo. Que no está mal enojarme, que puedo estar triste, que no tengo que ser extremista, que las decisiones no son sentencias para toda la vida. Me ayudó a poder entender que era lo que quería, a dejar de hacer lo que no quería solo porque era lo que todos esperaban de mi. Me ayudó a expresar lo que siempre quise y no me animaba. Me ayudó a decir que no.

Y no se que es lo que va a pasar en el tiempo que siga, pero se que depende de mi. Y sea lo que sea, se que hoy, estoy mucho más orgullosa de lo que soy, de la fuerza que tengo, de los miedos que tengo. Pero se que que es lo que quiero, cual es mi deseo, y que mi fuerza está puesta en eso. Me ayudó a animarme a hacer lo que antes ni me permitía pensar. Igual, aún necesito esa voz de los jueves que me recuerde “mi deseo” cuando me pierdo en el día a día. Por todo eso, como diría Gustavo, GRACIAS, TOTALES!!!!

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