Adaptarnos a la realidad es el mejor mecanismo de supervivencia que conocemos.
La realidad se impone frente a nuestros deseos, sea ella creada por los caprichos del Hombre o los designios de la Naturaleza, pero indefectiblemente se impone.
Desde Lamarck, pasando por Darwin y Hamer aprendimos que, nos adaptamos a la realidad o bien estamos condenados a la extinción.
Adaptarnos significa incorporar inéditas formas para sobrellevar lo nuevo que aparece y adaptándonos generamos un crecimiento personal que induce al avance de la consciencia Universal, sabiéndonos que somos células de un organismo mayor, la Humanidad.
Bien, los conceptos son claros en general, pero siempre aparece la pregunta: y entonces qué hacemos?
- La primera herramienta de adaptación es la FLEXIBILIDAD y, pensándonos como un Todo tenemos que ser flexibles de mente, cuerpo y espíritu. Un cuerpo que como líquido se adapta al recipiente, una mente pródiga y curiosa que incorpora nuevas ideas y un espíritu que se siente siempre joven para crecer y aprender. Cae por simple lógica que la rigidez es nuestro peor enemigo. Mientras proyectamos afuera nuestro temor al depredador externo que no es más que la realidad con sus infinitas máscaras, nuestro depredador interno, la rigidez, nos invita inexorablemente a la extinción. El Ego trata de sobrevivir de la peor manera, imponiéndose inflexible en el “Yo soy” y bajo mi creencia prefiero el “Voy siendo” en mis infinitas versiones, eligiendo la más apta en cada circunstancia.
- La segunda herramienta es la CONFIANZA a nuestros mecanismos de supervivencia y adaptación. La confianza se opone al miedo que restringe y sospecha de todo, invitándonos a vivir cada oportunidad de evolución como una amenaza.
- La tercera herramienta es la CONTENCIÓN DE LA MANADA. En esta actualidad egoica y de autodeterminación caímos en el extremo de desmerecer el resguardo seguro que nos otorga la manada porque, siendo los cachorros más vulnerable de todas las especies, representa un recurso de amparo fundamental.
Podemos continuar enumerando opciones previsibles de conservación, pero creo que el análisis interno desde las 5 leyes biológicas de los temas aquí planteados es más que suficiente para mantenernos a flote en este momento, donde la realidad externa parece exigirnos caminar por la cornisa de la desaparición induciéndonos al aislamiento de la manada y el temor frecuente a la muerte que nos propone la tan temida Pandemia.
En este momento tan especial, pude observar en la clínica (y claro, en mi) la exacerbación de las constelaciones cerebrales, enumeradas por el Dr. Hamer, que se manifiestan tan evidentes. Es una gran oportunidad para visualizarlas, identificarlas y modularlas, recordando que ellas son en definitiva otra herramienta más de supervivencia que supimos concebir frente a nuestros primeros conflictos infantiles.