Lila Morena Acuña

Empecé a trabajar con Irene hace aproximadamente dos años. Fuí recomendada por un grupo de personas que se alineaban con la “nueva medicina germánica”. Me acerqué a este encuentro partiendo de un motivo “médico”, pero siempre con la conciencia de que era una puntita de iceberg que me llevaría a capas más profundas.

Irene me invitó a una consulta, para que pudiéramos evaluar el encuentro y yo conocer su forma de trabajo. Pero la hipótesis que me “tiró” ese mismo día, después de haberme escuchado un rato y haber intercambiado un poco, me hizo abrir los ojos más grandes de lo que los tengo.

Mi carta de presentación era el “hipotiroidismo” siempre relacionado a las velocidades, sin embargo, ella pudo detectar, que en mi caso, parecía estar más bien relacionado a los tamaños, es decir, a la hipófisis. Y eso, para mí fue un dato más que clave, significativo y perfectamente concatenable a mi historia.

Esta fue la bienvenida, de ahí en más, fue un gran sosiego, notar que la forma de trabajo de ella, tenía que ver con lo que yo buscaba. Me refiero a que, a Irene, la formación no la limita, ni le estrecha la visión, simplemente es más información, son más herramientas que utiliza, según el caso, y según perciba la adecuación de uno u otro concepto. No llega con una idea al encuentro, sino que se dispone, y permite que suceda, dejando abiertas las puerta de la percepción e intuición, y ni que hablar, escuchando con una agudeza, que deja ver su compromiso y su pasión por lo que hace.

Para ir finalizando, me gustaría destacar, que la mirada que ella tiene, que es integral y sistémica, viene a ser un bálsamo para todo lo que se ancla en rotulaciones, prejuicios, ideas prefabricadas, configuraciones, y modos de entender la realidad tan estancos que solemos tener la mayoría (por nuestra herencia socio-cultural), y que tanto sufrimiento nos acarrea. Así ir comprendiendo que en el equilibrio hay movimiento, que lo que fluctúa es quizás más estable, o una manera con menos puntas de poder atravesar la realidad, volviéndonos más curvos, dentro de lo que venimos siendo, ir encontrando un nuevo equilibrio para cada situación.

Este es el gran aporte del encuentro, más rico aún por ser compartido, ya que la terapeuta se reconoce en un proceso particular pero idéntico, al que le unta las mismas miradas.

Lila Morena Acuña
Instructora de Pilates y Bailarina de tango.

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