Liliana T

Hace ya muchos años que nos conocimos con Irene… o debería decir ¿nos reconocimos?. Tal vez, en el tiempo sin tiempo de la Vida y sus ciclos volvimos a encontrarnos y a elegirnos para acompañarnos en el camino de nuestra evolución, compartiendo conocimientos y vivencias, saberes, sabores y texturas de lo humano, en una relación que nos ha permitido transitar diferentes roles que armónicamente mutan, se complementan y nos enriquecen: terapeuta, paciente, docente, alumna, colegas, amigas…

Y cada uno de ellos me permitió descubrir en Irene una persona íntegra, noble y valiosa, con un profundo compromiso con su vocación de servicio que vuelca en su quehacer profesional, concibiendo la relación terapéutica como un espacio en el que brinda no sólo su permanente y rigurosa formación, sino además, y fundamentalmente su calidez personal y su calidad humana.

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