El aislamiento en la manada

Mirando el ser humano en la integridad de las partes que lo componen, podemos relacionar mente, cuerpo y espíritu en un diagrama que se nutre, tensiona y recompone organizando el crecimiento general y adaptativo del individuo.

En esta relación ineludible, los aportes del Dr. Ryke Hamer han sido enriquecedores y representan verdades ineludibles que se confirman en cada caso que se quieran aplicar.

La Finalidad es el instrumento de trabajo de la Biología.

George Torris

Un tema que ha sido ampliamente difundido es cómo influye en la persona una situación de estrés o shock traumático, que el Dr. Hamer denominó conflicto biológico.

Según lo definido por el Dr. Hamer en la primera Ley Biológica, todo conflicto biológico se compone de características definidas(1):

  • Grave: la persona lo percibe como grave  Agudo: sucede en una fracción de segundo.
  • Inesperado: es algo que sorprende, no es algo que se espera o se ve venir, no hay tiempo para prepararse.
  • Vivido en aislamiento: la persona se siente aislada, en soledad ante su conflicto.

A partir de esta primera vivencia del conflicto biológico, se presentarán manifestaciones clínicas como resultado de un proceso natural de adaptación y supervivencia.

El punto más refutado de la Primera Ley Biológica ha sido la importancia de la vivencia de soledad y aislamiento en el conflicto. Los párrafos posteriores refieren a la investigación realizada de este cuestionamiento con el fin de llegar a una conclusión que aporte un granito de arena a tanto conocimiento generado por este médico alemán.

La importancia del desarrollo evolutivo del cachorro en la manada es un tema íntimamente relacionado a la vivencia de aislamiento que experimentamos ante cualquier conflicto biológico seamos infantes o adultos.

Desmond Morris, zoólogo y etólogo británico, en su libro de divulgación científica publicado en 1967, El mono Desnudo(2) explora con sagacidad las características animales que hacen peculiar a la especie humana.

En este retrato zoológico del Homo sapiens, Morris nos nutre con detalles interesantes sobre la importancia de la manada en la supervivencia del cachorro humano ya que depende fundamentalmente de otros.

Para Morris, el Homo sapiens es el resultado evolutivo del mono y el lobo, A partir de esta mezcla natural que somos, explica en su libro las conductas adaptativas que tuvimos que crear para sobrevivir en la sabana árida.

Y ahí tenemos a nuestro Mono Desnudo, vertical, cazador, fabricante de armas, territorial, neoténico, cerebral, primate por linaje y carnívoro por adopción, dispuesto a conquistar el mundo. Pero es un producto novísimo y experimental, y, con frecuencia, los modelos nuevos presentan imperfecciones.

Morris reconoce en su libro las teorías evolutivas que representan un eje principal para la comprensión de las 5 leyes biológicas.

El pensamiento de Morris se une a lo referido por la genetista argentina Dra. Elba Martínez Picabea de Giorgiutti quien a través de sus investigaciones concluye:

Nosotros que nos consideramos los amos del Universo, somos apenas los recién llegados.(3)

Entonces, por mucho que pretendamos ignorar la herencia genética de nuestro pasado evolutivo, el ser humano sigue siendo un primate. Aunque nos creíamos la última copa de agua del desierto, resultamos ser lo más novedoso y experimental, aún intentando generar abruptas adaptaciones.

Este primate auto denominado Homo Sapiens aún en pleno desarrollo, es más vulnerable que cualquiera de las especies generadas anteriormente por la evolución. Es el único habitante actual o pasado del planeta que necesita del cuidado de los otros para sobrevivir durante mucho tiempo. Es decir, somos los más desvalidos.

Para entender los procesos necesarios de adaptación y la vulnerabilidad que recae en nosotros los Homo sapiens, debemos incluir el concepto de Neotenia, acuñado por Arthur Kollmann, en 1885.

Una definición sencilla y clara para comprender la neotenia (del griego neo-, ‘joven’, y teinein, ‘extenderse’) nos dice que es uno de los proceso que se caracteriza por la conservación del estadio juvenil en el organismo adulto en comparación con su ancestro u organismos cercanamente emparentados, debido a un retraso pronunciado del ritmo de desarrollo corporal en relación con el desarrollo de las células germinales y órganos reproductores, que se lleva a cabo normalmente(4).

Podemos decir que, la neotenia es un fenómeno que describe la retención de las características de individuos inmaduros más allá de la madurez sexual. Es un fenómeno que se da en varias especies y algunas corrientes postulan que la especie humana es también una especie neoténica, como lo referenció Desmond Morris.

Un cambio en nuestro ADN nos permitió un periodo de desarrollo postnatal más largo: un cráneo con características juveniles más tiempo, una proliferación celular más prolongada y capacidad durante más años de
variabilidad (plasticidad neuronal) y desarrollo del encéfalo. Este retraso madurativo con respecto a otros primates se ha convertido en una de nuestras mayores ventajas. Nuestro cuerpo dedica más tiempo para desarrollar el encéfalo más evolucionado con útiles consecuencias como el lenguaje, una mayor capacidad de gestión social y mayor variabilidad de comportamientos.

Stephen Jay Gould, un investigador que influyó en el ámbito de la biología evolutiva, ha sido uno de los principales defensores de la tesis que sostiene que los humanos son especies neoténicas en comparación con sus parientes cercanos como el chimpancé. Gould asegura que existe un acentuado enlentecimiento de los ritmos de desarrollo a partir de nuestra neotenia obteniendo un periodo de gestación muy largo, una infancia notablemente extensa, y una esperanza de vida superior a la de cualquier mamífero(5).

De esta manera, nos hemos convertido en seres vulnerables que necesitamos de grandes cuidados al nacer, y estamos obligados a dotarnos de una familia y de una sociedad que nos contenga, ampare y nutra.

A modo de resumen, haremos un cuadro básico que demuestra la lentitud del desarrollo del humano en relación a los primates, según Morris:

El Cachorro Primate

  • Cuando nace su cerebro ha alcanzado ya el 70 por ciento de su tamaño adulto y definitivo.
  • El restante 30 por ciento de crecimiento es alcanzado rápidamente durante los seis primeros meses de vida.
  • Incluso el cerebro del joven chimpancé alcanza su pleno crecimiento a los doce meses del nacimiento.

El Cachorro humano

  • Al nacer, su cerebro sólo posee el 23 por ciento de su tamaño adulto y definitivo.
  • El crecimiento rápido prosigue durante los seis primeros años.
  • Se alcanza el pleno desarrollo a los veintitrés, aproximadamente.

Podemos concluir entonces que a través del desarrollo evolutivo, el Homo sapiens se convirtió en la criatura más indefensa de todas las especies en los primeros años de vida, dependiendo del grupo social que lo contenga, alimente y defienda frente a las adversidades que la vida le presenta. Por lo tanto requiere de un excesivo cuidado y protección.

Frente a esta vulnerabilidad, el hombre tiende al cooperativismo tanto para la caza (trabajo) como para el largo trabajo del cuidado de sus crías. Posee un comportamiento gregario en determinados casos para conseguir un objetivo común.

La mayoría de los conflictos biológicos se manifiestan por primera vez en nuestra tierna infancia comenzando en el propio parto o seguramente antes. Sentimos la indefensión frente a los depredadores vigentes en cada momento, necesitando del acompañamiento familiar por mucho tiempo hasta para aquello tan primordial como conseguir alimento. Entonces, para el cachorro humano, el apoyo de la manada es fundamental.

Por más que nos creamos super héroes, inconscientemente hay un registro ancestral de necesidad vital de la manada. Hay un recuerdo que invoca aquellas primeras tribus donde las mujeres se reunían formando equipos para nutrir y cuidar de sus crías largamente inmaduras e incapaces de sobrevivir.(6)

Así, surge en nosotros la necesidad de supervivencia que nos brinda la manada y por lo tanto desde muy pequeños activamos conductas de comunión con los principios/creencias de nuestro grupo social con el objetivo de no ser rechazados y abandonados. El miedo al abandono representa uno de las emociones básicas ya que desde el principio concebimos que el abandono está íntimamente relacionado con la muerte. Inconscientemente sabemos que necesitamos de la contención grupal para sobrevivir.

Un conflicto biológico, según Hamer, lo vivimos en principio como un ataque a nuestra integridad, los hechos dolorosos se convierten en fantasmas antiguos de los depredadores que nos atacan y la amenaza de muerte se hace presente. Si además lo vivimos en aislamiento, sin el amparo del grupo social, la sensación de vulnerabilidad es infinita.

Es importante por lo tanto acompañar a las personas que se encuentran en estados críticos para permitirles sentirse seguros y amparados. La palabra de un amigo o alguna persona referente es fundamental. Cabe agregar además que es notable la tendencia a opinar que tenemos y esto puede actuar en detrimento del acompañamiento necesario por la persona que padece. Es posible que en la opinión personal recurramos a resoluciones que contradicen el sentir del sufriente, generando sin querer una sensación de dolor, porque necesitamos sentirnos empáticos con las opiniones de nuestros seres queridos como símbolo inconsciente de inclusión y aceptación.

Frente a un conflicto biológico, deduzco entonces que es esencial sentirse amado, comprendido y cuidado por las personas queridas para no sentir una vivencia de aislamiento que perjudique aún más el propósito biológico de los malestares adaptativos que puedan surgir. A veces, un abrazo y palabras de amor son más que suficientes.


Referencias
1. Hamer, Ryke. La génesis del Cáncer. Editado por ASAC
2. Morris, Desmond. El mono desnudo. Barcelona: De Bolsillo, edición 2003
3. Giorgiutti, Elba Martínez Picabea de. Entre la naturaleza y la cultura. Editorial Dunken,2011
4. https://es.wikipedia.org/wiki/Neotenia
5. Gould, Stephen Jay. El Pulgar del Panda, Editorial Drakontos, 2006
6. En el seminario donde presente este trabajo había una joven que quebró en llanto mientras yo relataba mis deducciones. Entonces, nos contó que se había ido a vivir a Uruguay junto a su pareja y que su familia vivía en el Sur de Argentina. Ni bien supo que estaba embarazada comenzó a experimentar una nostalgia impredecible y necesitaba volver a encontrarse con su madre y hermanas. Estaba de paso en Buenos Aires y viajaba hacia el Sur al encuentro con las mujeres de su familia. Comprendió que esa vivencia fuerte e inexplicable del encuentro con las mujeres de su familia, ahora tenía una razón de ser. Nuestros recuerdos ancestrales son activos y nos empujan a incurrir en algunos hábitos, aunque no le encontremos en principio alguna explicación.

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