De la guerra a la enfermedad al acompañamiento del proceso biológico.
Pertenezco a las generaciones nacidas en la posguerra. Nos atraviesa el lenguaje bélico, impuesto por una cultura aterrorizada y paranoica. En las áreas dedicadas a la salud, ha pasado a ser habitual, hablar de la enfermedad “como un ataque del enemigo a quien debemos combatir”.
A partir de los años ’70 se ha realizado una esforzado intento en la Lucha contra el cáncer. En su artículo «¿Guerra o negociación?» Juan Javier Sánchez Carrión detalla de forma irónica nuestras costumbres lingüísticas al referirnos a los enemigos patógenos:
… «entre el 2000 y el 2020 habrá en el mundo 20 millones anuales de enfermos y diez millones de muertos»–, y se hace un llamamiento a la lucha contra ella, con el fin de ganarle la batalla (véase El País, de 5 de febrero de 2000). La Carta hace recordar otra toma de posición que en su momento adoptó el presidente Nixon, a principios de los 70 (National Cancer Act de 1971), en la que declaraba formalmente la guerra a esta enfermedad. Y el resultado de esa guerra, por mucho que se ofrezcan datos que dan a entender lo contrario, es que, lejos de llevar a la victoria contra el cáncer, desde el comienzo de las «hostilidades » la mortalidad por esta causa no ha hecho sino aumentar.(1)
Nacimos con un temor instaurado al ataque inesperado de enfermedades, que al azar podríamos contraer. Crecimos con la necesidad de lo que llamábamos “prevención”, haciéndonos controles rigurosos, vacunándonos y alejándonos de espacios, que temíamos, por el riesgo al contagio. La prevención solo consistía en la detección temprana de enfermedades idiopáticas, autoinmunes, genéticas o infecciosas. Se trataba de evitar el riesgo de un ataque, con los mecanismos y conocimientos que poseíamos, pero no se podía prevenir sin saber a ciencia cierta cuál era la causa. La génesis de las enfermedades era un inmenso interrogante.
A través de 35 años de investigaciones, el Dr. Hamer propone un cambio de paradigma. Interpretando las enfermedades, como programas naturales específicos que velan por nuestra supervivencia. Llega a reconocer la génesis de las enfermedades, abriendo así un nuevo panorama, ya que conociendo cómo se configuran las llamadas “enfermedades”, podemos ahora sí prevenir, comprender y acompañar el proceso. Hamer nos convoca a Interpretar el ritmo natural del devenir de nuestros cambios biológicos,y entonces hoy podemos vivir sin miedo ni pánico los incidentes que ocurren en nuestro organismo.
Estamos transitando un punto de inflexión. Representamos la generación del cambio y este cambio de paradigma nos afecta. Podemos entender el planteo lógico que nos propone el Dr. Hamer, pero debemos reconocer que todo cambio impone un gran esfuerzo de nuestra parte. Impregnados del lenguaje bélico, transitamos el vaivén de la variación. Podemos entender el nuevo paradigma, pero para llegar a comprenderlo, es necesario experimentarlo durante años, a partir de pequeños síntomas cotidianos. No es fácil comprenderlo de un día para el otro, menos aún cuando estamos bajo la presión de un diagnóstico terminal.
Cada uno irá transitando la experiencia y viviendo el cambio a su debido tiempo.
No se puede incitar a nadie a comprender lo que aún no está preparado para hacerlo. El Dr. Hamer expresa: “Nunca hay que tratar de forzar a un paciente hacia la Nueva Medicina, aún si el paciente es tu mejor amigo. Solamente fomentarías problemas y remordimientos de conciencia, dando como resultado falla en el tratamiento y, finalmente, sentimientos de culpa.” [2]
Debemos reconocer que, aún aquellos que respaldamos este nuevo paradigma, estamos atravesados por nuestra cultura y nuestros hábitos de pensamiento. Así, más de una vez nos encontramos hablando de la lucha contra lo que padecemos, o bien, nos enfrentamos al miedo que provoca un dolor invalidante que nos apremia. Aún caemos indefectiblemente, en la búsqueda de la técnica sanadora.
Aún se percibe como se tiende a “psicologizar” el shock biológico. Aún se distingue la mirada lineal sobre la triada mente-órgano-cerebro.
Constantemente emergen las viejas convicciones y, todo esto, forma parte del proceso que plantea el giro ineludible de nuestras creencias.
Vamos en camino y cada vez estamos más cerca del objetivo. Somos ya muchos los que indagamos una nueva mirada y apoyamos las investigaciones del Dr. Hamer. Pero necesitamos paciencia y mucha perseverancia para transitar los vaivenes lógicos del cambio.
(1) Juan Javier Sánchez Carrión. Dpto. de Sociología IV. Facultad de CC. Políticas y Sociología. UCM. Política y Sociedad, Vol 39, Núm. 3 (2002), Madrid (pp. 661-675)
(2) Hamer, Ryke. El testamento de una Nueva Medicina.